Las clases dominantes, al amparo de las élites políticas del PSOE y PP, están tomando como excusa la crisis económica para intensificar todo un proceso de contra(reformas) en el sistema público educativo. Siguen en su afán de privarnos del derecho a recibir una educación, se empecinan en hacer del conocimiento una mercancía y no escuchan nuestras quejas. Están imponiendo sus modelos de gestión empresarial en nuestras facultades y escuelas; impregnan nuestras aulas con sus valores de corte empresarial.
La actual crisis capitalista muestra el verdadero rostro de dichas reformas y sus consecuencias de restricción del derecho a la educación pública para la mayoría social. Las mentiras que nos contaron para vendernos el Informe Bricall, la LOU, Bolonia o la Estrategia Universidad 2015 se vienen abajo una por una. El gobierno, y especialmente su ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert Ortega, encabeza hoy en día esta gran ofensiva reaccionaria; es, pues, un claro enemigo de los derechos sociales y democráticos.
Los y las estudiantes, jóvenes, somos los principales beneficiados directamente de la educación, somos el cuerpo principal que conforma la universidad y los institutos y somos quienes podemos lanzar ideas y proyectos de transformación social al conjunto de la sociedad. En efecto, la educación, y en especial la institución universitaria, tiene externalidades beneficiosas para toda la sociedad. Ejemplo básico es, dentro del mismo discurso que las clases dominantes pronuncian, el hecho de considerar la educación como una “inversión de futuro”, el hecho de haber probado que la inversión en educación es fundamental. Así lo dicen en el discurso, pero no lo demuestran en los actos: la hipocresía típica de los que ya tienen el mundo hecho a medida.
Los y las estudiantes también somos los que directamente sufrimos la mala gestión en la educación, la limitación de este derecho y la pérdida de calidad, lo cual afecta a todo el conjunto social. Por eso, la comunidad educativa, y en especial el movimiento estudiantil, venimos ahondando pasos y esfuerzos para gritar bien alto y claro que la educación es un derecho que no está en venta. Desde todos los puntos del estado el movimiento estudiantil ha logrado labrar caminos de resistencia en tan heroica y digna tarea de defender lo que se ha conquistado en décadas pasadas y levantar una voz contraria dentro de toda la estrategia neoliberal desarticuladora de derechos y servicios que hasta el día de hoy habían conformado el entramado de una supuesta cohesión social.
Nosotros y nosotras no nos conformamos con creer, incluso si se mantuviera la inversión, que la escuela y en especial la universidad tienen externalidades positivas, sino que la educación, el conocimiento, la crítica y la reflexión son y han sido siempre generadoras de progreso social. De hecho, la universidad es motor de cambio social, es un fórum abierto de debate donde germinan y prosperan nuevas ideas, es un derecho universal y no instrumental como pretenden, que asegura que el espíritu humano sea libre. Y nosotras, los y las estudiantes, somos los principales agentes que pueden proyectar las nuevas ideas en la sociedad porque somos los que directamente nos beneficiamos de la educación y porque, más importante, todavía, somos, en tanto que jóvenes, los que más fácilmente podemos construir un futuro mejor: no es sólo cuestión de inversión de futuro, es también cuestión de justicia social.
Es hora, pues, de que hagamos una valiente apuesta en la que participar todos y todas por el futuro de la educación pública y juntemos al unísono nuestras fuerzas para construir colectivamente un proyecto de transformación de la educación en favor de los intereses de las clases populares y convertirnos a nosotros y nostras, las jóvenes, en un verdadero agente participativo del cambio social. Ante el grave desmantelamiento y demolición que está padeciendo el sistema público educativo, es imprescindible articular una respuesta unitaria donde pueda converger la comunidad educativa en su conjunto y, entorno a principios democráticos, articular una respuesta que vele por una educación como derecho fundamental y bien común. Creemos que es momento de dar respuestas contundentes y unitarias; apelamos, pues, al valor de la unidad para crear y transformar: si hay unidad, habrá esperanza de victoria.
El estudiantado es el principal beneficiario de la educación, el cuerpo sin el cual los institutos y las universidades no existirían. Somos en tanto que jóvenes los más indicados para traer propuestas de futuro, ideas y proyectos de transformación social. Por ello, desde los diversos colectivos estudiantiles que nos agrupamos bajo la red de Estudiantes en Movimiento, hacemos un llamado a las asambleas de facultades y centros educativos, al personal de administración y servicios, al personal docente e investigador, al profesorado asociado; en definitiva, a todo aquel y aquella que luche por otro modelo educativo a reunirnos los días 23, 24 y 25 de noviembre en la ciudad de Barcelona para forjar caminos de unidad, lucha y construcción de alternativas.
Por ello, desde CEPA, os invitamos a que os suméis a esta iniciativa. Todas y todos aquellos que deseéis acudir, no dudéis en poneros en contacto en el correo: cepa@unizar.es